Noticia publicada el

9 de abril de 2024


Las especies silvestres del género Lavandula, origen de los cultivares tan empleados por su valor ornamental y aromático, florecen durante la primavera en los bosques y matorrales mediterráneos.

Lavandas, alhucemas, cantuesos y espliegos son algunos de los nombres comunes que reciben las distintas especies del género Lavandula. Conocidas, cultivadas y muy empleadas por su valor ornamental, aromático, terapéutico y condimentario, este género reúne más de 30 especies que se distribuyen desde la región macaronésica, por toda la región mediterránea y hasta el sur de Asia. Los grandes campos en los que se cultivan las variedades e híbridos destinadas a la extracción de aceites esenciales ofrecen escenas espectaculares, pero igualmente atractivas son las especies silvestres que en primavera y verano añaden un toque de color a los matorrales y bosques mediterráneos.

Pertenecen a la familia de las Lamiáceas o Labiadas y son matas leñosas y perennes, con tallos cuadrangulares cubiertos de hojas en la parte inferior. La forma de las hojas puede variar, pero la inflorescencia siempre es una espiga con varios verticilos o niveles, en los que se disponen las pequeñas flores, de tamaño variable y de color lila, violeta o añil más o menos intenso, que atraen a numerosos polinizadores.

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Algunos autores sugieren que el origen etimológico de la palabra Lavandula provendría del latín lavare (lavar) debido a que las especies de este género son empleadas desde la antigüedad para perfumar el agua, purificar y asearse gracias a sus propiedades desinfectantes, antisépticas, aromáticas y relajantes.

En el Jardín Botánico de Olarizu se cultivan 3 especies del género Lavandula que florecen en primavera e inicio del verano. A continuación, te damos unas sencillas claves para aprender a identificarlas:

Lavandula dentata, la alhucema rizada o espliego rizado, es fácilmente reconocible, ya que se caracteriza porque sus hojas, lanceoladas, opuestas y de color verde-grisáceo están dentadas en los márgenes. Las flores, diminutas, son muy aromáticas, al igual que las hojas. Adaptada a los terrenos secos, pedregosos y preferentemente calizos, se distribuye por el mediterráneo occidental (península ibérica y norte de África), donde acompaña habitualmente a los bosques de la sabina de Cartajena o Araar (Tetraclinis articulata) y a los matorrales secos y pinares de pino carrasco (Pinus halepensis), hasta los 700 m de altitud. También está presente en Canarias, Cabo Verde, la península arábiga y Etiopia.

Lavandula lanata, la alhucema bravía o espliego lanudo, es una especie endémica de las sierras béticas, al sur de la península ibérica, y está protegida en Andalucía y Murcia.  Crece entre los 800 y 2.000 m de altitud, en suelos pedregosos calizos, en roquedos, pastos, claros de pinares y matorrales abiertos. Esta mata, que puede alcanzar 1 metro de altura cuando está en floración, se caracteriza porque sus hojas, también opuestas y lanceoladas, están cubiertas de una lana blanca o grisácea, en ocasiones amarillenta, al que hace referencia su nombre científico. Los tallos, también pelosos, tienen un color amarillento o anaranjado en los cantos. En medicina popular se ha utilizado para tratar resfriados y reuma, y también es empleada para elaborar perfumes y esencias debido a su alto contenido en lavandulol. En jardinería se aprecia por su aspecto plateado y sedoso, y por ser una especie tolerante a la sequía y a las heladas suaves.

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Lavandula stoechas, el cantueso, es una especie muy extendida en la región mediterránea, muy común en el litoral mediterráneo y el interior del cuadrante suroeste de la península ibérica. Hasta los 1000 m de altitud crece sobre todo tipo de sustratos, aunque tiene preferencia por los silíceos. Es frecuente en matorrales y etapas de sustitución de los bosques de estas zonas, como encinares, quejigares, alcornocales, sabinares o pinares. Debido a la extensa área de distribución, la variabilidad morfológica es también notable, y pueden distinguirse varias subespecies. Con carácter general, forma una mata muy ramificada en la que los tallos jóvenes son pelosos, al igual que las hojas, que pueden ser revolutas (con los márgenes vueltos hacia el envés) y se disponen en gran parte del tallo. Se caracterizan por las vistosas brácteas superiores de la inflorescencia a modo de penacho, que pueden tener hasta 3 cm de largo y tienen un nervio central muy marcado. El número de brácteas en cada inflorescencia, su tamaño y la coloración violeta-morada es muy variable, al igual que la longitud del pedúnculo de la inflorescencia, detalles en los que se basa la diferenciación entre subespecies.

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Éstas y otras especies irán floreciendo a lo largo de la primavera en distintos rincones del jardín. Te invitamos a recorrerlo para buscarlas, identificarlas y disfrutar de su colorido y aroma.




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