Noticia publicada el

6 de octubre de 2023

Durante el verano y principios de otoño han madurado algunos de los frutos más curiosos que podemos encontrar en el jardín. Frutos con formas de saco, vainas exageradamente hinchadas o platillos que dan lugar a sonajeros naturales en los bosques europeos.

De todos ellos, el más conocido en la península ibérica es el espantalobos, Colutea arborescens, una especie de distribución mediterránea y submediterránea, que acompaña a encinares, quejigares y robledales pelosos. Este arbusto o pequeño árbol de hoja caduca, que pertenece a la familia de las leguminosas, tiene además una vistosa floración durante la primavera. Racimos de flores amarillas cuelgan y atraen a numerosos abejorros. El fruto, una legumbre globosa con aspecto de riñón, hinchada, de piel papirácea casi traslúcida, va tornando al madurar de un color amarillo claro a marrón oscuro. Cuando el viento sacude los frutos, hace sonar las numerosas semillas que guardan en su interior, a lo que se deben la mayoría de sus nombres populares (espantalobos, espantazorras, sonajas…). En algunos lugares de Europa es utilizada como ornamental por la vistosidad de sus flores y frutos.

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Otra especie de aspecto y fruto peculiar es Paliurus spina-christi, espina de Cristo o cambrón. Se trata de un arbusto caduco y espinoso, con ramas que forman un zigzag y toman un aspecto caído. Sus hojas se disponen de forma alterna sobre un único plano. Florece en primavera, con pequeñas y olorosas flores amarillas. Darán lugar a frutos con aspecto de disco plano o platillo, en el que las semillas quedan envueltas por un ala ancha, facilitando así la dispersión anemófila. Al secarse los frutos, las semillas sonarán en el interior como pequeños sonajeros. Originaria de la región mediterránea oriental, se adentra también en el Cáucaso, Oriente Próximo, Asia Central e Himalaya. Sin embargo, debido a su uso como planta ornamental por su rusticidad y resistencia a la poda, que facilita la implantación de setos espinosos, se ha naturalizado en muchos otros lugares.

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En el Gran Cáucaso y el Cáucaso Menor, los hayedos orientales de Fagus sylvatica subsp. orientalis albergan un sotobosque arbustivo con numerosos endemismos y taxones relícticos. Es una región situada en una encrucijada de áreas biogeográficas, que ha sufrido numerosos vaivenes climáticos, y que hoy en día alberga la mayor tasa de endemicidad de toda Europa. Allí, aprovechando el microclima templado y húmedo del Mar Negro, en los claros del hayedo crece, entre otras, Staphylea colchica. Se trata de un arbusto que desarrolla numerosos tallos, caduco, de hojas pinnadas y con el borde ligeramente dentado. En primavera, son abundantes sus pequeñas flores acampanadas, pálidas y de aroma intenso; en Georgia se consumen fermentadas y conservadas en salmuera, acompañadas de aceite de oliva, otras verduras encurtidas y cebolla cruda, un aperitivo al que se denomina “jonjolí”. Pero, lo más llamativo de este arbusto son sus grandes frutos inflados con forma de saco, que persisten durante el otoño y parte del invierno. Cada cápsula tiene dos o tres lóbulos, compartimentos que albergan las semillas, unas pequeñas nueces de las que se obtiene un aceite con regusto similar al pistacho.

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